Despertamos juntos?

6 de noviembre de 2009

Secretos de la oración y de la sanación


En el siglo IV, nuestra relación con las fuerzas sutiles del mundo que nos rodea, así como con las que están en nuestro interior, empezaron a cambiar. Cuando las palabras que confirmaban estas relaciones fueron eliminadas de los textos donde se habían conservado, empezamos a vemos como observadores, a contemplar pasivamente las maravillas de la naturaleza y el funcionamiento de nuestro cuerpo. Las tradiciones como las de los esenios y los amerindios sugieren que nuestra relación con el mundo trasciende el papel del observador, recordándonos que formamos parte de todo lo que vemos. En un mundo con semejante interconexión es imposible observar pasivamente cómo cae una hoja de un árbol o corre una hormiga por el suelo. El propio acto de observar nos coloca en el papel de participantes.
El físico Niels Bohr formuló, a finales de la década de 1920, una teoría que insinuaba esta relación, y describió una visión similar en términos modernos.
Se había observado que, en el plano atómico, la materia a veces se comportaba de forma extraña, en contradicción con la teoría aceptada. En forma simplificada, la teoría de Bohr, conocida como la Visión de Copenhague, postulaba que el observador de cualquier acontecimiento pasa a formar parte del mismo tan sólo por el acto de observar.
En el diminuto mundo de los átomos, la observación adquiere mayor importancia cuando «los objetos del tamaño del átomo son perturbados por cualquier intento de observarlos».' Según esta línea de pensamiento, es evidente que la ciencia moderna está buscando un lenguaje para describir la relación de unidad que los esenios utilizaron como base en sus oraciones.

Vernos como independientes del mundo que nos rodea ha precipitado un sentido de separación, una actitud de «aquí dentro» frente a un «allá fuera». Desde nuestra infancia, empezamos a creer que el mundo «sencillamente sucede». Algunas veces ocurren cosas buenas, otras no tanto. Parece que el mundo suceda a nuestro alrededor, en ocasiones sin razón aparente.
Al prepararnos para los imponderables de la vida, pasamos gran parte de nuestro tiempo ideando estrategias para sobrevivir e ir sorteando los retos que se interponen en nuestro camino. Las nuevas investigaciones sobre la relación entre el poder de nuestros sentimientos y la química de nuestros cuerpos nos hacen pensar que las implicaciones de ese punto de vista de «nosotros» y «ellos» tienen un alcance mucho mayor, y a veces, inesperado.

Por ejemplo, la ciencia ha demostrado que sentimientos específicos producen una química previsible en el cuerpo que corresponde a ese sentimiento en particular. A medida que cambiamos nuestros sentimientos, cambiamos nuestra química. Literalmente tenemos lo que puede contemplarse como «química del odio», «química de la ira», «química del amor» y así sucesivamente. Las expresiones biológicas de la emoción se manifiestan en el cuerpo como los niveles hormonales, de anticuerpos y enzimas que están presentes en nuestro estado de bienestar.
La química del amor, por ejemplo, afirma la vida reforzando el sistema inmunitario y las funciones reguladoras de nuestro cuerpo. A la inversa, la ira, que a veces dirigimos hacia dentro en forma de culpa, puede manifestarse como una respuesta de inmunodeficiencia.
En el verano de 1995, Glen Rein, Mike Atkinson y Rollin McCraty publicaron un ensayo en el Journal of Advancement in Medicine. Con el título de «The Physiological y Psychological Effects of Compassion and Anger», se centraba en el estudio de la inmunoglobulina A salival (S-IgA), un anticuerpo que se encuentra en la mucosidad de los tractos respiratorios superiores, gastrointestinales y urinarios, y que los defiende de las infecciones. En esencia, el ensayo decía que,«los niveles altos de S-IgA se asocian con un descenso de la incidencia de enfermedades infecciosas en las vías respiratorias superiores».

El resumen final del ensayo concluía diciendo que «la ira producía un significativo aumento en el nivel general de trastorno de los estados de ánimo y del ritmo cardíaco, pero no en los niveles de S-IgA. Por otra parte, las emociones positivas, producían un significativo aumento en los niveles de S-IgA. Al examinar los efectos en un periodo de seis horas, observamos que la ira, por el contrario, producía una significativa inhibición del S-IgA desde la primera hora hasta cinco horas después de la experiencia emocional 3. Otros estudios señalan las cualidades específicas de las emociones como un poderoso factor en la hipertensión, la insuficiencia cardiaca congestiva y la insuficiencia de las arterias coronarias.
Vivir como si el mundo «exterior» fuera algo separado de nosotros abre la puerta a un sistema de creencias de juicio y a las expresiones químicas de esos juicios en nuestro cuerpo. Por ende, tendemos a ver nuestro mundo en forma de «buenos gérmenes» y «malos gérmenes», y usamos palabras como «toxinas» y «desechos» para describir los subproductos de las propias funciones que nos dan la vida. Es en este mundo donde nuestros cuerpos se pueden convertir en una zona de conflicto para las fuerzas que están en oposición entre ellas, creando campos de batalla biológicos que se manifiestan como enfermedades.
La perspectiva holista de los esenios, por otra parte, ve todas las facetas de nuestros cuerpos como elementos de una fuerza sagrada y divina que se mueve a través de la creación. Cada una es una expresión de Dios. En un mundo donde todo lo que sabemos y experimentamos surge de una sola fuente, bacterias, gérmenes y los subproductos de nuestro cuerpo trabajan juntos para dotar a nuestro cuerpo de fuerza y vida. Esta visión nos invita a redefinir las lágrimas, el sudor, la sangre y los productos de la digestión que denominamos «desechos», como elementos sagrados de la tierra que están a nuestro servicio, en lugar de considerarlos subproductos aborrecibles que se han de eliminar, desechar y destruir.
Continúa...

2 comentarios:

Angeles dijo...

He experimentado la sanación y pude ver que me enfermaba y con que me curé, es decir doy fe de la verdad de tu escrito.
Besos:)

thot dijo...

Me parece interesantísimo todo esto. Espero la segunda parte :)

Gracias
Un beso.