Despertamos juntos?

29 de marzo de 2010

«La casa se llenó de la fragancia del perfume» (Oracion meditativa)


...Y sin embargo, yo estoy entre ustedes como el que sirve. Ustedes son los que han permanecido siempre conmigo en medio de mis pruebas. Por eso yo les confiero la realeza, como mi Padre me la confirió a mí. Y en mi Reino, ustedes comerán y beberán en mi mesa, y se sentarán sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido poder para zarandearlos como el trigo, pero yo he rogado por ti, para que no te falte la fe....
..."Oren, para no caer en la tentación". Después se alejó de ellos, más o menos a la distancia de un tiro de piedra, y puesto de rodillas, oraba: "Padre, si quieres, aleja de mí este cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya". Entonces se le apareció un ángel del cielo que lo reconfortaba. En medio de la angustia, él oraba más intensamente, y su sudor era como gotas de sangre que corrían hasta el suelo. Después de orar se levantó, fue hacia donde estaban sus discípulos y los encontró adormecidos por la tristeza. Jesús les dijo: "¿Por qué están durmiendo? Levántense y oren para no caer en la tentación".(San Lucas 22,14-71.23,1-56.)




ORACIÓN MEDITATIVA

Desde mi infancia que no he dejado de pecar, y tú no has dejado de hacerme el bien... A pesar de ello, Señor, que tu juicio sea movido tan sólo por la misericordia. El pecado te da ocasión para condenar el pecado...
¡Quieras encontrar mi corazón digno del fuego de tu perfecto amor, que su intenso calor haga salir de mí y consuma todo el veneno del pecado! Que ponga al desnudo toda la infección de mi conciencia y ésa se ahogue con las lágrimas de mis ojos. Que tu cruz crucifique toda la concupiscencia de la carne, de los ojos y el orgullo de la vida, que han consentido gracias a mi larga negligencia.

Señor, quienquiera podrá muy bien escucharme y burlarse de mi confesión: que me mire yaciendo, con tu pecadora, a los pies de tu misericordia, regándolos con las lágrimas de mi corazón, derramando sobre ellos el perfume de una tierna devoción (Lc 7,38). Que todos mis recursos, por pobres que sean, de cuerpo o alma, sean empleados para comprar este perfume que te complace. Lo derramaré sobre tu cabeza, sobre ti cuya cabeza es Dios; y sobre tus pies, sobre ti cuya franja es nuestra naturaleza enferma. Si el fariseo murmura, ¡tú, Dios mío, ten piedad de mí! Aunque el ladrón que conserva los cordones de la bolsa rechine de dientes, no temo en absoluto disgustar a quien sea con tal que yo te complazca.

¡Oh amor de mi corazón, que cada día, hasta sin parar, te derrame este perfume, porque derramándolo sobre ti, también lo derramo sobre mí mismo... Dame saber darte lealmente el don de todo lo que tengo, de todo lo que sé, de todo lo que soy, de todo lo que puedo! ¡Que no me reserve nada! Estoy ahí, a los pies de tu misericordia; es ahí que estaré siempre, que lloraré hasta que me hagas oír tu suave voz, el juicio de tu boca, la sentencia de tu justicia y de la mía: «Sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor» (Lc 7,47)

Guillermo de Saint-Thierry (hacia 1085-1148) monje benedictino

1 comentario:

Gloria dijo...

Que seamos bendecidos con el perfume de una tierna devoción.
Gracias
Saludos cariñosos